lunes, 16 de noviembre de 2009

“El significante de lo imposible”

Jacques Lacan: –Si quisiera caracterizar en qué sentido he sido sostenido y transportado por el discurso de Claude Lévi-Strauss, diría que es en el acento que ha puesto sobre lo que llamaré la función del significante, en el sentido que este término tiene en lingüística, en la medida en que este significante no sólo se distingue por sus leyes, sino que prevalece sobre el significado al que las impone.
Claude Lévi-Strauss nos muestra por todas partes dónde la estructura simbólica domina las relaciones sensibles. El nos mostró que las estructuras del parentesco se ordenan según una serie que las posibilidades de la combinatoria explican en última instancia; al punto de que casi todas estas posibilidades se realizan en algún lado, en las estructuras que registramos en el mundo. Es decir que, por una parte, se puede dar cuenta de las que no encontramos debido a algún callejón sin salida al que llevaría su uso, y que, por otra parte, si hay clases posibles que permanecen vacías, uno debe esperar hallar algún día lo que las llene.
A fin de cuentas, lo que hace que una estructura sea posible son razones internas al significante; lo que hace que cierta forma de intercambio sea concebible o no lo sea son razones propiamente aritméticas.
El segundo paso que, gracias a él, yo había ya franqueado, es el que debemos a sus desarrollos sobre el mitema: una extensión a la noción del mito de este acento puesto sobre el significante. El análisis de los mitemas tal como él nos propone conducirlo, consistiría en buscar estos elementos significantes, estas unidades significantes en el nivel del mito –donde ellas se llaman mitemas, así como en el nivel del material elemental tenemos los fonemas– para reencontrar allí una suerte de lingüística generalizada.
Me impactó mucho, en este primer análisis del mitema, el carácter avanzado de las fórmulas que él pudo hallar, ya en condiciones de extraer de los linajes heroicos ciertas combinaciones: por ejemplo, cómo un agrupamiento de términos que se produce en la primera generación se reproduce, pero en una combinación transformada, en la segunda. Digamos que lo que sucede en la generación de Edipo puede ser homologado a la generación de Etéocles y Polinices según un modo de transformación previsible en su rigor; entonces, la falta de arbitrariedad del mito se manifiesta en el hecho de que en ambos niveles hallamos una coherencia igual, correspondiéndose punto por punto un nivel con el otro.
Como Claude Lévi-Strauss no lo ignora, intenté, me atrevo a decir que con un éxito total, aplicar su grilla a los síntomas de la neurosis obsesiva, y especialmente al admirable análisis que hizo Freud del caso del Hombre de las Ratas, en una conferencia que titulé “El mito individual del neurótico”. Llegué incluso a formalizar estrictamente el caso según una fórmula dada por Claude Lévi-Strauss, donde se lee lo que llamaré el signo de una especie de imposibilidad de la resolución total del problema del mito. El mito está allí para mostrarnos la puesta en ecuación, bajo una forma significante, de una problemática que por sí misma debe dejar necesariamente algo abierto, que responde a lo insoluble, y su salida, reencontrada en sus equivalencias, que provee –ésa sería la función del mito– el significante de lo imposible.
Los significantes están hechos para seriarlos, para organizarlos, para llevar a cabo una elección. Ese es el fondo sobre el cual se inscribe la experiencia analítica, incluso la experiencia etnográfica: usted encontró allá lo que podemos encontrar en nosotros.
Nos importa el sistema de significantes en la medida en que organiza, en la medida en que es el andamiaje de todo eso y determina allí vertientes, puntos cardinales, inversiones, conversiones y el juego de la deuda.
Ciertamente, este orden de estudio entraña por sí solo tal cambio de perspectiva que permite reclasificar los problemas de un modo completamente diferente. Por ejemplo, preguntarse cuál va a ser exactamente el sistema de transformación del significante en las diferentes manifestaciones del simbolismo que el análisis ha revelado en el psiquismo: probablemente no se presente en todos lados del mismo modo que en la neurosis obsesiva; ¿es de un modo más completo o descompletado en otros registros? De aquí en más podemos reencontrarlo en el sueño: y, si hubiesen contado con esta clave, los autores que se interesaron en la función de lo que llamaron sueños en dos tiempos, o sueños redoblados, habrían sido más pertinentes en sus señalamientos, menos toscos en su recurso a las instancias psíquicas en su forma entificada para explicar la necesidad de la reduplicación de un mismo tema y lo que allí se agota.
Esto no hace más que incrementar la intensidad del problema, pues, si eso funciona en el nivel del sueño, ¿a qué nos conduce en cuanto a la actividad mental? Esto renueva completamente el alcance de las preguntas.
Claude Lévi-Strauss: –El problema de hoy es el de las relaciones entre la mitología y el ritual, problema generalmente escamoteado bajo el pretexto de que el mito es del orden de la representación, y el rito, del orden de la acción. Pero esto sólo sería verdadero si las acciones, los gestos del rito, fuesen acciones y gestos verdaderos, es decir, si culminaran en un resultado. Usted habló recién del significante y de lo imposible; si el ritual no produce resultado, es preciso concluir de ello que consiste en pseudogestos ejecutados, no en razón de un resultado concreto, sino más bien porque son un apoyo de significación. En esta perspectiva, aunque se trate de dos sistemas de signos diferentes, de dos códigos diferentes, tanto en el plano del mito como en el del rito nos hallamos ante un código; alguna vez caractericé el mito como un metalenguaje y el rito como un paralenguaje, pero, en ambos casos, lenguaje. Entonces, ¿por qué hay allí dos lenguajes? Es el problema que intenté plantear. Creo que es posible hacer progresar su solución mostrando que esta asimilación entre el mito y el rito está tan justificada que el tipo de combinaciones que una sociedad realiza en forma de mito, la de al lado la realiza en forma de rito. Las razones por las cuales se producen estas elecciones diferentes no tocan lo esencial de la interpretación simbólica, e involucran la historia respectiva de estas poblaciones. No pienso ubicarme así a la zaga de mis hipótesis precedentes. Veo ahí, por el contrario, un medio de extenderlas y desarrollarlas ya que se trata de englobar en el reino del simbolismo el domino del ritual, al que había dejado de lado hasta ahora.
* Intervención de Lacan y respuesta de Lévi-Strauss, tras una exposición de éste denominada “Sobre las relaciones entre la mitología y el ritual”, en la Sociedad Francesa de Filosofía, el 26 de mayo de 1956. Extractado del texto incluido en El mito individual del neurótico, que distribuye en estos días editorial Paidós.
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domingo, 1 de noviembre de 2009

La desaparición del erotismo

PIEDRA DE TOQUE. La exposición de la Thyssen 'Lágrimas de Eros' revela la extraordinaria pobreza del arte erótico contemporáneo. Hacer el amor ya no es un arte. Es un deporte sin riesgo, como correr en la cinta del gimnasio




Hay muchas formas de definir el erotismo, pero tal vez la principal sea llamarlo la desanimalización del amor físico, su conversión, a lo largo del tiempo y gracias al progreso de la libertad y la influencia de la cultura y las artes en la vida privada, de mera satisfacción de una pulsión instintiva en un quehacer creativo y compartido que prolonga y sublima el placer físico rodeándolo de rituales y refinamientos que llegan a convertirlo en obra de arte.

Tal vez en ninguna otra actividad se haya ido estableciendo una frontera tan evidente entre lo animal y lo humano como en el dominio del sexo, diferencia que, en un principio, en la noche de los tiempos, no existía y confundía a ambos en un acoplamiento carnal sin misterio, sin gracia, sin sutileza y sin amor. La humanización de la vida de hombres y mujeres es un largo proceso en el que intervienen el avance de los conocimientos científicos, las ideas filosóficas y religiosas, el desarrollo de las artes y las letras y en esa trayectoria nada se enriquece más ni cambia tanto como la vida sexual. Ésta ha sido siempre un fermento ígneo de la creación artística y literaria y, recíprocamente, pintura, literatura, música, escultura, danza, todas las manifestaciones artísticas de la imaginación humana han contribuido al enriquecimiento del placer a través de la práctica sexual. Por eso, no es abusivo decir que el erotismo representa un momento elevado de la civilización y es uno de sus ingredientes determinantes. Para saber cuán primitiva es una comunidad o cuánto ha avanzado en su proceso civilizador nada tan útil, rompiendo sus secretos de alcoba, que averiguar cómo hace el amor.

El erotismo, sin embargo, no sólo tiene esa función positiva y ennoblecedora de embellecer el placer físico y abrir un amplio espectro de sugestiones y posibilidades que permitan a los seres humanos satisfacer sus particulares deseos y fantasías. Es también un quehacer que saca a flote aquellos fantasmas escondidos en la irracionalidad que son de índole destructiva y mortífera. Freud los llamó la vocación tanática, que se disputa con el instinto vital y creativo -el Eros- la condición humana. Librados a sí mismos, sin freno alguno, aquellos monstruos del inconsciente que asoman y piden derecho de ciudad en la vida sexual si no son frenados de algún modo podrían acarrear la desaparición de la especie. Por eso el erotismo no sólo encuentra en la prohibición un acicate voluptuoso, también un límite violado el cual se vuelve sufrimiento y muerte.

Nadie ha estudiado con más lucidez que Georges Bataille este aspecto dual -vida y muerte, placer y dolor, creación y destrucción- del erotismo y por eso ha hecho bien Guillermo Solana poniendo de título a la exposición que ha organizado en los locales del Museo Thyssen y Caja Madrid el que dio el gran ensayista francés al último libro que publicó en vida: Lágrimas de Eros. Se trata de una excelente muestra que con unos 120 cuadros, esculturas, fotografías y vídeos ilustra la variedad temática y la excelencia formal que ha llegado a alcanzar la experiencia sexual en sus mejores expresiones artísticas. El asunto es tan vasto que una exposición de arte erótico sólo puede aspirar a ser la punta del iceberg, pero, en este caso, la antología ha sido elegida con la sabiduría y el buen gusto necesarios para dar al espectador una idea clara de la exuberancia ilimitada de que ella es apenas un indicio.

Una de las enseñanzas más flagrantes que se desprende de la exposición es que el erotismo no es tanto un hecho en sí, una entidad aislada y diferenciada de otras, sino más bien una mirada, una elección subjetiva, una pasión o una manía que se proyectan sobre todo lo existente, erotizando a veces cosas que parecerían serle totalmente ajenas y hasta írritas, como la religión. Es natural y obligatorio que la antigüedad pagana, con su amoralismo, haya sido una fecunda inspiradora de pintura y escultura eróticas -también lo ha sido de literatura- y que temas como el nacimiento de Venus, las esfinges y las sirenas, Apolo y Jacinto, Andrómada encadenada y Endimión dormido -salas de la exposición- hayan incitado a grandes artistas y debamos a ello un buen número de obras maestras. Pero no menos estimulante para la fantasía erótica lo ha sido el cristianismo, desde Eva y la serpiente, un tema recurrente a extremos de enloquecimiento de centenares de pintores, hasta la Magdalena, la pecadora arrepentida y penitente cuyas formas desnudas, ampulosas o góticas, son uno de los íconos del imaginario erótico en todas las épocas y para todas las escuelas. Y qué decir del martirio de San Sebastián y de las tentaciones de San Antonio en el desierto que a su vez han tentado a una numerosa genealogía de artistas que van de Brueghel a Picasso y Saura, pasando por Jan Wellens de Cock (su pequeño cuadro es uno de los más memorables de la muestra) y Paul Cézanne.

La religión sirvió de aguijón al vuelo creativo y, también, de coartada para sortear la censura eclesiástica. Si la exhibición de las formas desnudas de hombres y mujeres del común en nombre de la estricta belleza era censurable, no lo era tanto si quien exhibía sus pechos, muslos, nalgas y hasta el vello púbico y los órganos sexuales eran el mismísimo Redentor o una santa o un santo. De esta estrategia se valieron para saturar sus murales y lienzos de desnudos y discreta o descarada concupiscencia pintores tan respetados por el establecimiento y la jerarquía como un Rubens, un Ingres, un Rodin o un Gustave Doré.

Otra curiosa conclusión algo deprimente se desprende de Lágrimas de Eros, por cierto profetizada también por el propio Bataille. La desaparición de frenos y censuras, la permisividad total en el campo amoroso, en lugar de enriquecer el amor físico y elevarlo a planos superiores de elegancia, exquisitez y creatividad, lo banaliza, vulgariza y, en cierto modo, lo regresa a aquellos remotos tiempos de los primeros ancestros, cuando consistía apenas en el desfogue de un instinto animal. Un testimonio de ello es la extraordinaria pobreza del arte erótico contemporáneo que Guillermo Solano, pese a sus esfuerzos en la selección de obras para la muestra, no ha podido disimular. Es verdad que un Picasso o un Delvaux elevan considerablemente el promedio, pero la mayoría de las pinturas, vídeos o esculturas de artistas modernos representados son de una indigencia imaginativa lastimosa cuando no de una triste idiotez. Pasar del Endimión dormido de Antonio Canova al vídeo David, de Sam Taylor-Wood en el que vemos al futbolista David Robert Joseph Beckham durmiendo beatíficamente apoyado en su diestra, no sólo es un anticlímax sino un salto dialéctico del arte genuino al arte frívolo (o la simple tontería).

Este abaratamiento y degradación del erotismo en nuestros días es, vaya paradoja, consecuencia de una de las grandes conquistas de la libertad que ha experimentado el mundo occidental: la permisividad sexual, la tolerancia para prácticas y fantasías que antaño merecían el rechazo de la moral imperante y eran objeto de condena social y castigo judicial. Al desaparecer la prohibición desapareció también la transgresión, aquel aura temeraria, la sensación de violentar un tabú, de pecar, que condimentó la práctica del erotismo en el pasado y que atizó tanto la invención literaria y artística. Para la experiencia común de las gentes, que la vida sexual haya migrado de la existencia clandestina que tenía a la luz de la plaza pública (o poco menos) y que ahora el "erotismo" sea un ingrediente privilegiado de la publicidad comercial (la Eva y la serpiente fotografiada por Richard Avedon con Nastassja Kinski y el boa constrictor que la abraza son un ejemplo de lo que quiero decir) y de los avisos económicos en los diarios con que las prostitutas atraen clientes, significa pura y simplemente que el erotismo ya no existe, que pasó a ser caricatura y esperpento de lo que fue.

¿Es bueno o malo que haya ocurrido así? En términos sociales, bueno, sin la menor duda. La vigencia de prejuicios, prohibiciones y censuras trajo consigo atropellos, abusos, discriminación y sufrimiento para muchos (en este caso, sobre todo, para las mujeres y las minorías sexuales). Pero desde el punto de vista de las bellas artes y de la literatura ha significado que el placer físico se volvió un tema anodino y convencional, semejante al paisajismo, el retrato de caballete, las marinas o las odas patrióticas. Hacer el amor ya no es un arte. Es un deporte sin riesgo, como correr en la cinta del gimnasio o pedalear en la bicicleta estática.

-El erotismo no es tanto un 

hecho en sí, una entidad aislada,

 sino más bien una mirada-.

-La religión sirvió de aguijón al 

vuelo creativo y, también, de coartada

 para sortear la censura eclesiástica.-


© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2009. © Mario Vargas Llosa, 2009.




miércoles, 1 de abril de 2009

sábado, 21 de marzo de 2009

POESIA

Un Buda, un hámster y los fetiches de la ideología


por Slavoj Žižek

Hoy una especie de sabiduría agnóstica, oriental, de la nueva era, o usualmente alguna clase de falso Taoísmo o Budismo se está convirtiendo en la forma predominante de ideología. ¿Cómo funciona este Budismo? ¿Por qué es la ideología ideal para el capitalismo tardío?

El mensaje fundamental [de esta nueva corriente] es “no persigas el éxito material, no participes en el juego social por entero, hacélo con distancia.” Ustedes saben como son usualmente los posters de propaganda de los cursos budistas. Hay un primer párrafo anticapitalista: “No te dejes atrapar en esta lucha por lo material, retírate a la paz, etc., etc.”. Pero el segundo párrafo siempre es “de esta manera vas a ser aún más exitoso en los negocios”.

La visión es que el funcionamiento de nuestra vida capitalista de todos los días es tan frenética, tan alocada, que para sobrevivir necesitas tomarlo como si fuera un juego, no un compromiso real, porque si estás demasiado comprometido te vuelves loco. Creo que el funcionamiento de la ideología es, en este punto, fetichista. ¿Qué significa el fetichismo en este contexto? Los fetichistas no son idiotas, son realistas. Un fetichista es alguien que, aferrándose a su fetiche, puede soportar la realidad tal como es.

Déjenme contarles una historia, que es real, le sucedió a un amigo mío recientemente, cómo hizo para sobrevivir a la muerte de su esposa. Fue la trágica historia frecuente, él estaba felizmente casado, la esposa fue al doctor, de pronto le dijeron “tienes cáncer de mama” y murió en tres meses. Pero la gran sorpresa para sus amigos fue descubrir cómo después de la muerte de su esposa, este tipo podía hablar bastante fría, normalmente, aún de los más dolorosos momentos de la muerte de su esposa. No teníamos que simular, que evitar el tema traumático... era absolutamente normal, él podía hablar sobre todo. Entonces nos preguntamos, “¿Pero este tipo es un monstruo o qué? ¿Cómo puede tratar tan fríamente la muerte de su esposa?”.

Pronto descubrimos el secreto. Es tan simple y ridículo que sólo porque es verdad puedo contarlo seriamente y creerlo. Nos dimos cuenta que siempre que hablaba de su mujer, de los momentos más dolorosos de su muerte, él jugaba en su regazo, con sus manos, con un pequeño hámster, la mascota de su mujer; y que este hámster era su fetiche. Funcionaba como una especie de negación simbólica de lo que estaba diciendo. Él era capaz de admitir racionalmente la muerte de su esposa, pero con el hámster bloqueaba la verdad contenida en su aceptación de esta muerte. Ustedes se preguntarán si esto es una especie de análisis salvaje muy primitivo, y cómo podemos saber que realmente esto era así. Desafortunadamente tengo la prueba, como saben los hámsters viven por muy poco tiempo: medio año después de la muerte del hámster, el tipo se quebró y debió ser hospitalizado por un intento de suicidio.

Así es como creo que sobrevivimos hoy a la realidad capitalista, podemos ser muy realistas, actuar con crueldad, no tener ilusiones sobre la vida social, pero cuando encontramos a alguien que dice “No tengo ninguna ilusión, puedo aceptar la vida tal como es, cruel, sin ideales”, háganle una simple pregunta: ¿Dónde está tu hámster?

Mi idea es que este budismo occidental es un hámster gordo y grande. Podés participar completamente en el salvaje juego capitalista mientras tu entrenamiento y tu meditación y demás te dan la ilusión de que esa no es la vida real, sólo estas jugando el juego social, en realidad estás en cualquier otro lado.

Creo que ni siquiera podemos decir que esto es sólo una falsificación occidental, que la verdadera sabiduría oriental es algo totalmente diferente. Recientemente leí un libro maravilloso de un autor llamado Brian Victoria, Zen y guerra, que demuestra que en los 30s y 40s, con la excepción de algunos disidentes, las autoridades budistas zen japonesas apoyaron completamente al militarismo imperial japonés [...] Pero lo interesante es cómo los budistas justificaron al militarismo. Un nivel fue la justificación teleológica usual, que también conocemos en occidente, “a veces tenés que hacer un mal menor por el mayor bien, no deberíamos matar, pero matemos un poquito para prevenir una gran matanza”. Pero la legitimación clave fue mucho más interesante y siniestra: la idea era que la obediencia militar absoluta e incondicional, la ejecución inmediata de órdenes, era la vía directa de la mayoría de la gente para conseguir la iluminación espiritual. Porque la idea era que el oro del esclarecimiento budista, la superación del falso “sí mismo” (self), se logra a través de la disciplina militar perfecta, donde uno se convierte en una máquina, sólo ejecuta órdenes, te sobreponés a vos mismo.

Déjenme evitar un malentendido, no estoy diciendo que esto significa que el budismo zen es una falsedad, un falsedad militar secreta. Afirmo que lo mismo puede decirse de los grandes místicos de Europa occidental. Si miran de cerca a muchas de las grandes figuras místicas descubrirán que también eran políticamente activas y extremadamente crueles. Mi conclusión es simplemente que aún el esclarecimiento místico y espiritual más auténtico es éticamente neutral.

No hay nada que nos prevenga de cometer los peores crímenes. Déjenme contarles un extraño hecho que pienso que es aquí profundamente indicativo. ¿Saben cuál era el libro favorito de Himmler, el jefe de la SS de Hitler? Era un libro encuadernado en un cuero especial que llevaba todo el tiempo en su bolsillo: el Bhagavad-Gítá. La idea es que así es como un soldado nazi debe cometer sus asesinatos, con una distancia interior, sin participar en ello.

Ahora, para concluir realmente, pienso que por lo que debemos esforzarnos no es en las [hipocresías religiosas, no las religiones si no su utilización hipócrita]. Necesitamos una lógica diferente de compromiso colectivo, de compromiso ético. ¿Dónde encontramos esto? ¿Cuál es la solución? Me encantaría desarrollarlo, pero me piden que termine. Muchas gracias.

Artículo publicado en la edición de agosto/diciembre de 2003 de la publicación PLAN V, Una Revista Argentina de Política, Economía, Cultura y Futuro. Publicado originalmente on-line en: http://www.planv.com/notas/2003/ago-dic/zizek.htm. Presentación adaptada de la misma fuente.

Jacques Lacan (1)

Jacques Lacan - hacen bien en creer que van a morir.

Slavoj Žižek Autor



«Slavoj Žižek en español» es una página que compila artículos, entrevistas, reseñas, etc., relacionados con el autor esloveno en español. La compilación es del material que ya circula en la red. En cada texto se incluye el origen del lugar en donde se encuentra o encontraba dicho material.

 

PERFIL

Slavoj Žižek es sociólogo, filósofo, psicoanálista y critico de la cultura. Nació el 21 de marzo de 1949 en Ljubljana, Yugoslavia, en el sector que actualmente es Eslovenia. Recibio el titulo de Doctor en Filósofia y estudio Psicoanálisis en la Universidad de París. Žižek es profesor del E.G.S European Graduate School, investigador del Instituto de Sociologia de la Universidad de Ljubljana, Eslovenia, y profesor invitado de diversas Instituciones (Columbia, Universidad de Princeton, New School for Social Research, New York, Universidad de Michigan).

Žižek es conocido por su cercania teórica al trabajo de Jacques Lacan y su peculiar lectura de Hegel. Žižek utiliza en sus estudios ejemplos extraidos de la cultura popular, desde de la obra de Alfred Hitchcock y David Lynch, pasando por las sagas de Matrix y La Guerra de las Galaxias, hasta la literarura de Kafka o Shakespeare. Además de problematizar autores olvidados por la academia como V. I. Lenin, y tratar sin remordimientos temas espinosos como el fundamentalismo, la tolerancia, la subjetividad y lo políticamente correcto en la Filosofía Postmoderna. Para sus habituales análisis de política internacional, aplica también el propio psicoanálisis como arma, considerando que las decisiones de los líderes reflejan las conductas inevitablemente traumáticas de aquellos que las toman, ya sea individualmente o en conjunto. Todo esto dentro del marco del tiempo presente y junto a otros variados topicos, incluido un mordaz interes por los asuntos del género y el sexo desde la idea de la “diferencia sexual” del psicoanálisis lacaniano. Podria decirse que Žižek no es ni quiere ser un vegetariano de la cultura.

En 1990 fue candidato presidencial para la República de Eslovenia.

Datos personales